viernes, septiembre 21, 2007

LOS WAYÚU EN EL CONTEXTO DE LA INSERCION TRANSNACIONAL1

Por:

LEOPOLDO LLANEZA FADÓN

INTRODUCCIÓN

Los procesos sociales y económicos están siendo analizados desde perspectivas que tienen en la globalización un referente sistemático. Desde la perspectiva de los pueblos indígenas americanos, los nuevos procesos técnicos y de expansión de las comunicaciones ligados a la globalización económica y cultural, suponen un nuevo desafío que los equipara a un cada vez mayor conjunto de unidades espaciales sometidas al mismo procedimiento.

Cada día se utiliza más el término de globalización para indicar y explicar de una forma rápida y macroscópica la multitud de cambios y acontecimientos en los umbrales del siglo XXI. Como muchos de los términos usados profusamente, su definición resulta difícil y a veces engañosa. Tanto económicamente como culturalmente, la globalización forma parte de nuevas propuestas para el diseño de un marco de investigación y análisis.

En las bases de una nueva ola de inserción en los contextos internacionales, la globalización es la parte esencial del proceso. Y por ello en esta ponencia se quieren dar a conocer los diferentes puntos de vista existentes sobre la globalización y el impacto en las culturas amerindias, con especial mención al caso de los Wayúu en la península de La Guajira.

En la ponencia se han distinguido los siguientes apartados. En primer lugar se dedica un capitulo a la clarificación de los conceptos de globalización y a la importancia creciente que tienen las compañías transnacionales en la elaboración de estrategias de inserción de los países en vía de desarrollo del área latinoamericana y en el segundo capítulo hay una aproximación a la reestructuración que se produce como consecuencia del “impacto globalizador” en las culturas indígenas americanas.

Con ello se pretende construir un panorama en el que todos los actores estén presentes. La aproximación a la realidad económica y cultural de los pueblos de América latina, no dejará de tener en cuenta muchos de los factores que están presentes y que son necesarios para no "ocultar" determinados aspectos de la realidad indígena que tienen mucho que ver en la misma.

Para comprender mejor el fenómeno de la globalización en América Latina y como está este afectando a las culturas indígenas, se ha diseñado un marco de análisis donde se determinan aquellas características que han marcado los principales momentos históricos de encuentro de las diversas culturas indígenas con agentes foráneos, agentes foráneos que han marcado su devenir de una manera categórica. A grandes rasgos estos momentos están constituidos alrededor de tres ejes: el impacto del encuentro colonial, los cambios asociados a la expansión capitalista y por último el fenómeno de la globalización.

Una especial atención se ha prestado a los procesos de construcción y reconstrucción de las estrategias utilizadas por las culturas amerindias, para comprobar como en los momentos actuales (con el trasfondo de la globalización) y la utilización de los medios de comunicación existe una mercantilización de la “indignidad” que ha desembocado en nuevas pautas mercantiles y tal vez de autoafirmación identitaria.

I. EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACIÓN EN LOS PAÍSES DE AMÉRICA LATINA

El punto de partida para desarrollar este análisis no puede obviar los déficit tanto democráticos como de gestión que han caracterizado a los países latinoamericanos. Y esta característica es un peso adicional en el actual proceso de globalización.

A un nivel estatal la globalización ha surgido como una opción integradora en la que con un cierto grado de pragmatismo se han desarrollado dos modelos. En primer lugar existe un modelo “light” articulado en torno a zonas de libre comercio y que se contrapone a un modelo “hard” que tiene su referencia en el mercado único y la unión aduanera y comercial.

Pero la realidad parece demostrar, una vez más, la existencia de un tercer modelo. Y este modelo que ha sido denominado como de regionalismo abierto (Grandi, 1996:10) "es aquel en el que no terminan de cristalizarse la creación de los megabloques que acentúan la posición de diversas regiones periféricas".

Una de las paradojas que acompañan a la creciente regionalización, es que aparece junto a los procesos de globalización. La ampliación progresiva de las economías de escala demuestra de forma fehaciente como están limitados los mercados regionales en este nuevo proceso. Así mismo a nadie se le puede escapar otras paradojas que acompañan a este proceso de globalización. La brecha existente entre países ricos y países pobres tiende a ensancharse, mientras que el debate ideológico y cultural sobre el modelo tiende a estabilizarse, con las conocidas "recetas" económicas basadas en las posturas liberales por excelencia: mercado y promoción del libre comercio. Pero junto a estas premisas del aparato ideológico cultural del liberalismo, existen prácticas ligadas a barreras arancelarias escondidas en el bilateralismo económico y represalias en continuas guerras comerciales.

Una de las instituciones que más se han visto afectadas y puestas en entredicho es la del Estado-Nación. Hay dos movimientos que se perciben en la era de la globalización. Por una parte existe un movimiento hacia arriba, que se remite a la competitividad internacional y a la transnacionalización económica y cultural del poder político. Este movimiento adopta diversas formas tales como la supranacionalidad, la intragobernabilidad o la internacionalidad. El otro movimiento tiene tendencia hacia abajo. Apunta hacia la descentralización, transfiriendo servicios públicos esenciales a entidades de ámbito local.

Como consecuencia de estos movimientos, hay sensación de pérdida de influencia por parte de los Estados-Nación en el ámbito internacional. Últimamente las decisiones sobre producción económica y cultural, política económica y desarrollo sostenible son adoptadas en organismos que adoptan formas supranacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, O.C.D.E, G-7, O.M.C.) e incluso por instituciones más informales como la "Cumbre de la Tierra".

No puede descartarse en la globalización fenómenos que traspasan las fronteras nacionales. El narcotráfico, las corrientes migratorias y el terrorismo tienen efectos que se multiplican a escala planetaria, confundiendo lo local y lo global. Parecería que el Estado-Nación es demasiado grande para afrontar ciertas cuestiones y demasiado pequeño para resolver otras.

Por otra parte en América Latina se han construido una multitud de acuerdos establecidos casi como una telaraña, que hacen difícil concretar los objetivos estratégicos de la región. Junto al Mercosur, el Pacto Andino, el Grupo de los Tres, la ALCA, hay más de treinta acuerdos bilaterales de libre comercio e integración fronteriza. Hoy, y a la vista de estos tratados puede pensarse en la existencia cada vez más clara de dos procesos de integración. En el norte existe el TLC (identificado con una zona de libre comercio) y en el sur está Mercosur, que es una Unión Aduanera. Los dos modelos tienen sus propias reglas de juego, que entre sí son muy distintas.

La globalización tiene una referencia directa a las comunicaciones. La calidad, alcance cobertura y velocidad de las mismas forman parte del eje de desarrollo de las mismas. Sin embargo no se puede pensar que esto signifique que las comunicaciones se globalizan entre todos los habitantes del planeta. El papel fundamental que juegan las transnacionales hace que lo que realmente ocurra es un control global de las comunicaciones y una estrecha alianza entre determinados sectores económicos y culturales de diferentes países.

El rumbo que marca la internalización creciente de los capitales y de los mercados financieros, no está hoy en ninguna manera condicionado o dirigido por los Ministros de Economía, que de hecho no pueden influir de una manera determinante y constante en el valor de sus monedas nacionales.

La brecha de las comunicaciones se va ahondando. Las líneas telefónicas existentes en Manhattan superan las de toda el África subsahariana. Los países en vías de desarrollo con cerca del 75% de la población mundial, sólo publican un 30% de los periódicos existentes en el planeta. El lector del dominical del "New York Times" tiene a su disposición más páginas que un africano en todo un año. Y más de la mitad de la población mundial no ha realizado jamás una llamada de teléfono. Díez países del Norte tienen cerca de las 3/4 partes de las líneas telefónicas disponibles a nivel mundial. Mientras que en el Caribe existen 7 líneas por cada 10 habitantes, en Suecia existen 65.

Y en cuanto a la generación de riqueza, los datos no pueden ser más pesimistas. En el país más poderoso, los Estados Unidos, cerca de 30 millones de personas están por debajo del umbral de pobreza y 1 de cada 4 niños nace en condiciones de extrema necesidad. De acuerdo con el informes del P.N.U.D (1.992:14-15), en el año 1.989 cerca del "20% de la población más rica del mundo recibía el 82,7% de los ingresos totales del planeta. Y cerca de un 20% de la población mundial recibía tan sólo el 1,4% de los ingresos totales. A grandes rasgos, el 80% de la población mundial percibe un ingreso de solamente el 17,3%."

Y el informe elaborado por las Naciones Unidas "Estudio Económico Mundial 1.993" se señala que el crecimiento de los ingresos mundiales en los últimos años por habitante, ha seguido una tendencia decreciente: 1988 fue el 2,7%; 1989 el 1,5%; 1990 0%; 1991 -1,5%; 1992 -1,1% y 1993 -0,2%.

Esta tendencia a la dualización ha alcanzado cotas nunca conocidas, tanto en el escenario internacional como al interior de cada país, tanto desarrollado como en vías de desarrollo. Ya en 1992, El presidente Clinton señalaba que por primera vez desde 1.920 un 1% de los ciudadanos tenía más riquezas que todas las poseídas por el 90% de la población restante. Y ello ha sido consecuencia de una progresiva acumulación del 70% de los ingresos durante los últimos 12 años, en ese 1% de la población norteamericana.

También se ha producido una marcada dualización del desarrollo económico en el conjunto internacional. Los países ricos se distancian de los países periféricos. "23 países industrializados con una población de 773 millones en 1.990 tienen un PIB equivalente al 73,2% del Producto Mundial, mientras que 130 países en desarrollo tienen un PIB equivalente al 17,9% del total mundial" (F.M.I:1992: 94)

La situación latinoamericana se está caracterizando por tener la distribución de la renta más desigual del mundo, en la que el 20% de la población más pobre apenas recibe el 4% del ingreso total, mientras que un 10% de la población concentra el 60% del ingreso. Tal como ha señalado el Banco Mundial "es necesario adoptar medidas distributivas para aliviar la pobreza y que eviten una vuelta al caos, la deseperanza y tal vez el populismo."(Banco Mundial: 1993:120).

De igual manera en la región latinoamericana, los datos de las principales macromagnitudes nos indican una recesión que ha sido últimamente atenuada.

Minsburg (1995) señala como las variables macroeconómicas han reflejado la importancia de estos cambios en los modelos económicos y culturales para América Latina. El P.I.B. promedio por habitante entre 1.981 y 1.992 disminuyó en un -7,3% cambiando de tendencia en 1.993 cuando ya creció un 1,3%. En 1.960 América Latina realizaba exportaciones por un valor de 8.500 millones de dólares corrientes, que representaban el 6,6% del total mundial exportado, proporción que ha disminuido hasta alcanzar en 1.992 el 3,4%. Si esta participación en la exportación hubiese sido constante se habría alcanzado los 245.000 millones de dólares cifra que hubiese posibilitado un tipo de desarrollo muy diferente al actual en la región.

La globalización también ha sido descrita como una creciente internacionalización de la producción de bienes y servicios, en constante rdependencia con las economias planetarias. Esta definición, basicamente economicista, hace especial hincapie en "el factor coste por unidad de bien o servicio comercializable, que se reduce todos los días creando un flujo que crece a tasas inverosimiles" (Anihat Soler; 1996:62). De igual manera que existe una tendencia a la homogeneización de las pautas de producción en la economía internacional, no puede decirse los mismo de las pautas de consumo culturales.

La cultura y sus pautas de consumo se han vuelto de una importancia vital para un número cada vez mayor de personas. Tal como sugiere Huntington (1997) en el mundo de la "post-guerra fría los símbolos de la identidad cultural son parte de identidades nuevas que también los son viejas. Las personas caminan resueltamente bajo banderas que son nuevas que con frecuencia son también viejas, que conducen a guerras con enemigos nuevos, pero que a menudo también son viejos"

La globalización está determinando ciertas pautas culturales y económicas en las que las compañías transnacionales juegan un papel prioritario. De hecho para Mortimore(1995) la transnacionalización es junto a la competitividad internacional los dos factores definitorios por excelencia de la globalización. La aparición en el escenario internacional de Japón y de los "tigres asiáticos" es una consecuencia directa de la apertura que se ha producido en el comercio mundial y que ha premiado la eficiencia de productos tecnológicamente avanzados. Este ejemplo ha servido como base para establecer la necesidad de estrategias que lleven a los países en vías de desarrollo a incorporase al comercio internacional al "amparo" de las transnacionales. Y la esencia de estas estrategias pasa por ofrecer condiciones óptimas para la producción de bienes y servicios.

La vinculación de la producción de las compañías transnacionales con los objetivos de los países en desarrollo, parece ser una de las estrategias adoptadas por los países del sudeste asiático que han permitido su rápida incorporación en el comercio internacional.

Pero este no parece ser el caso de los países de América Latina. Los países de América Latina han optado por conseguir inversión extranjera directa (IED), en vez de favorecer las alianzas estratégicas necesarias para la obtención de tecnología. Como es sabido, en América Latina muchas empresas transnacionales optaron por establecer filiales para aprovechar las políticas ligadas a la sustitución de importaciones, que fue la tónica general de las políticas macroeconómicas en América Latina. Estas compañías filiales permitieron la aglomeración de pautas culturales disímiles y el crecimiento industrial nacional, en términos de obsolescencia en la mayoría de los casos. Este proceso se vino abajo con la apertura económica y la liberalización de capitales y fronteras comerciales, cuando cambiaron los parámetros de la industrialización en América Latina.

El impacto de la globalización ha supuesto una toma estratégica de decisiones por parte de las compañías filiales de empresas transnacionales, que han ido desde la venta directa de las fábricas descapitalizando la inversión, hasta una reestructuración de las fases productivas, aunque los resultados en el conjunto de los países de América Latina se ha mostrado más bien pobre. La sensación es que el "enganche" a los sectores más dinámicos de la economía internacional en el marco de un mundo globalizado no se ha producido, y que la oportunidad está hoy pasando de largo por la mayoría de los países de América Latina.

Siendo los costes de fabricación uno de los objetivos de las compañías transnacionales, no es de extrañar que estas se hayan convertido en los agentes capaces de otorgar capacidades tecnológicas para insertar a los países en vías de desarrollo en la "zona dinámica" del comercio internacional. La importancia de las manufacturas de los países en vías de desarrollo ha quedado patente en los datos de la CEPAL que indican como entre "1980 y 1992 la contribución total de las manufacturas a las importaciones totales de la O.C.D.E. creció de forma acelerada, pasando del 72% al 80% y la participación de los países en desarrollo en dichas importaciones salto del 11,4% al 19% del total. La contribución de manufacturas no basadas en recursos naturales aumentó del 66% al 76%." (Mortimore, 1995:11).

La caída de las importaciones basadas en recursos naturales favorece la tendencia que se ha mostrado como más dinámica en el comercio internacional. Estos sectores dinamizadores de la economía están vinculados a la fabricación de ordenadores, maquinaría eléctrica e industria automotriz, especialmente. Estos sectores comerciales han llegado a constituir por si solos el grueso de las importaciones de la O.C.D.E. con casi el 33% del total.

El desplazamiento de las antiguas posiciones en el mercado internacional, ha supuesto la aparición de nuevas reglas de juego, que en principio parecen ir en contra de los postulados liberalizadores de mercados ideológicamente imperantes. Un reciente ejemplo de ello, son las guerras entre U.S.A. y Japón. Durante 1.993 las 10 principales importaciones de Estados Unidos desde Japón sumaron cerca de 66.200 millones de dólares y en general coinciden estas importaciones con los sectores más dinámicos de la economía concentrandose especialmente en la industria automotriz (32.000 millones) y ordenadores (20.700 millones). Estas cifras ya explican por si solas el déficit comercial de U.S.A con Japón, que está en torno a 59.300 millones en 1.993.

Una vez que ha sido detectada la presencia de nuevos actores en el escenario de la globalización económica y cultural, puede evaluarse el distinto comportamiento de las empresas transnacionales. La "cultura" de las casas matrices es un factor determinante en el concepto de expansión y de incorporación de determinados países al comercio internacional.

Mientras que la presencia de las compañías transnacionales vinculadas a U.S.A en América Latina ha estado marcada por una política de abastecimiento de los mercados locales utilizando como vía de penetración la inversión extranjera directa (I.E.D.), las transnacionales japonesas han recalado en los países de Asia, haciendo una transferencia tecnológica cuyo fin primordial es el ensamblaje de componentes y las fuentes de abastecimientos.

Las compañías transnacionales norteamericanas están realizando cada vez menos inversiones en América Latina. Durante el año 1989, el importe de las ventas de las transnacionales ha pasado del 6-9% frente al 25% del sudeste asiático. Esta es una muestra más del atraso en que se encuentra América Latina en el proceso de globalización. A pesar de que ha habido cambios importantes en favor de las manufacturas más dinámicas, los objetivos centrados en conseguir un aumento en las importaciones de la OCDE parecen limitados.

La posición de América Latina, está siendo desplazada paulatinamente habida cuenta del papel determinante que las compañías transnacionales juegan en el proceso de globalización. Muchos factores entran en las causas de este retroceso, pero las consecuencias son notorias en la presencia poco eficaz en los foros internacionales, en los diferentes procesos de integración regional con intereses opuestos y en la incapacidad crónica de los gobernantes para actuar decididamente en favor de elevar los niveles de vida para la mayoría de la población.

II. LA GLOBALIZACIÓN y LAS CULTURAS AMERINDIAS. UN MARCO DE ANÁLISIS

Cuando se realizan consultas en la literatura etnográfica existente sobre los pueblos indígenas americanos y sobre los Wayúu en particular, la gran mayoría de las monografías existentes hacen un especial hincapié en reconstruir la vida y el pensamiento tradicional, obviando en muchos casos las pautas y comportamientos no autóctonos y extraños a la cultura indígena que es objeto de estudio.

Existen varias explicaciones para relatar por que sucede esto. Una de ellas establece como causa de ese "olvido" más o menos consciente, la relación dialéctica que se establece entre informante e investigador con la existencia de una ley de la oferta y la demanda por lo que parece que siempre habrá un informante dispuesto a satisfacer la demanda de información de una cultura autentica, aunque ello suponga filtrar algunos aspectos de la realidad no tan habituales y en algunos casos hasta distorsionados.

Muchos estudios están basados en torno a los que se podrían considerar como los dos primeros grandes momentos históricos. Los primeros estudios están derivados de la relación surgida tras el encuentro colonial entre conquistadores y culturas indígenas mientras que los segundos estudios se derivan de los procesos sociales ligados a la expansión capitalista con la formación de las repúblicas latinoamericanas como telón de fondo. Ambos períodos históricos están referidos a momentos de cambio, tensión y transculturación.

En recientes estudios e investigaciones (Santos Granero, 1996) se afirma como la mayoría -si no todos- de los pueblos indígenas de América Latina, incluidos los de la cuenca amazónica, se han visto afectado -directa o indirectamente- por la primera ola de cambios, y que una vez que se ha producido el impacto de esta última, se vieron involucrados -más tarde o más temprano- en los procesos de cambio asociados a la segunda ola. En nuestros días estamos asistiendo al impacto que está ocasionando en muchas sociedades indígenas americanas lo que ha sido denominado como la tercera ola de cambios: el proceso de globalización.

Si durante los momentos asociados a la segunda ola de cambios las sociedades indígenas fueron insertadas de una forma desigual en sus respectivas sociedades nacionales, el proceso de globalización correspondiente a la tercera ola, ha metido a las sociedades indígenas de lleno en el ámbito transnacional.

II.1. OLAS DE CAMBIO

Las dos primeras olas de cambio en la Península de la Guajira y en América Latina en general están asociadas -a grosso modo- a los períodos colonial y republicano respectivamente. Aunque se pretenda delimitar la existencia de un marco cronológico y de hechos consecutivos en el tiempo, en el caso concreto de los Wayúu --y en el de otras cultura indígenas-- las olas de cambio no siempre se ciñen a un proceso concatenado y continuado en el tiempo. Ya en el siglo XVI existían "procesos de contacto económico con la pesca de perlas y contrabando de mercancías de origen inglés y holandés, y recientemente con actividades de extracción minera y salinera a las cuales se han logrado adaptar sin sufrir los rigores de una dominación aculturante" (Perafán Simmonds, 1995:174).

Los efectos de la expansión capitalista se han hecho notar entrado el siglo XX con la explotación salina de Manaure o el tradicional transporte de mercancías a través de la frontera.

Como otros pueblos indígenas, uno de los más impactantes cambios producidos en el primer contacto colonial fue el demográfico. Las epidemias que cruzaron el Atlántico con los conquistadores y el encuentro con los grupos indígenas frecuentemente diezmaron a estas poblaciones. El proceso de disminución demográfico también se ha visto potenciado por la guerra de conquista y su secuela de trabajos forzados, expropiación, castigos físicos reducciones y colapso psicológico y social. Cabe recordar que en "algunos casos se ha producido el exterminio de pueblos enteros en la Amazonía Indígena como fue el caso de los Yurimagua del Alto Amazonas brasileño y de los Maynas del Alto Marañon". (Santos Granero 1996:14).

Las principales armas funcionales utilizadas por los conquistadores en su rápido afán de enriquecimiento y de conversión de almas fueron la ocupación del territorio y el nucleamiento de la población. A grandes rasgos, la población indígena fue orientada en el desarrollo de determinado tipo de trabajos ligados a la extracción primaria de los recursos naturales (minas de oro, plata, carbón en la revolución industrial) o en la producción agropecuaria (caña de azúcar, coca, ganadería, recolección de caucho, etc).

En esta primera ola de encuentro, se producen también importantes cambios culturales, con la incorporación de utensilios de metal que desplazan a los instrumentos de madera, hueso y piedra. En el caso de los wayú, el término "paara que designa al castellano "barra" se utiliza de forma generalizada para todas las herramientas de punta de acero introducidas a comienzo de este siglo" (Rivera, 1991: 98).

La intensificación de contactos de los Wayúu con las comunidades vecinas, que están documentados a partir de 1.880, indican que en la base de estos cambios se dieron modificaciones en las actividades productivas con repercusiones profundas en la estructura social, debilitando a los grupos estratificados con la consecuente alteración de las relaciones de poder. Con el paso del tiempo se dieron dos factores más que probables como consecuencia de esta primera ola de cambios: por una parte el crecimiento lento pero constante de la población causó una presión en los límites del territorio étnico con una sobreexplotación de los recursos disponibles y en ese momento se produce el aliciente que caracterizó a la expansión capitalista inicial en la zona: la economía exportadora petrolera venezolana en Maracaibo, evolucionando el trabajo de los Wayúu hacia formas asalariadas.

La redefinición étnica también ha estado ligada a cambios sustanciales en está primera ola de cambios. Como consecuencia de una constante articulación y desarticulación de identidades culturales indígenas, se ha forjado la definición de las primeras identidades coloniales. Y este ha sido un paso importante para la elaboración de los primeros Estados-Nación en América Latina.

Los estudios etnohistóricos ponen de manifiesto como al finalizar esta época colonial, la mayoría de los pueblos indígenas de América Latina estuvieron en contacto (de una u otra forma) con los procesos de cambio desatados por la presencia europea. También estuvieron expuestos a lo que se ha denominado como "efecto carambola" (Santos Granero, 1996: 17) es decir a "situaciones que posibilitaron la acción indirecta, por omisión o acción de aquellos grupos que si estaban en contacto con los agentes coloniales. Este es el caso de los pueblos o segmentos interfluviales que aprovecharon la desaparición de anteriores etnias ribereñas ocupando sus ricos territorios"

II.2. LA EXPANSIÓN CAPITALISTA. SEGUNDA OLA DE CAMBIOS

En las antiguas colonias españolas se produjo un interregno en la post-independencia donde grandes regiones del continente quedaron relegadas al olvido en una especie de limbo jurisdiccional y administrativo ocasionado, por el escaso interés que mostraban las jóvenes repúblicas en propiciar un desarrollo social, económico y cultural de las zonas habitadas por los indígenas.

Pero la necesidad de materias primas por parte de las economías occidentales en fase de expansión industrial, propició los conocidos "boom" de las explotaciones naturales, muchas de ellas situadas en zonas de asentamientos indígenas. Uno de los casos mejor documentados ha sido el de la amazonía indígena y su inserción acelerada en el comercio internacional, hecho que se produce ya bien entrado el siglo XX. y es consecuencia directa de la explotación gomera.

El crecimiento demográfico que se va produciendo durante el siglo XX, también ha sido una de las causas de penetración en zonas consideradas tradicionalmente como de propiedad indígena. La presión demográfica en las zonas altas de los países andinos, fue aliviada dirigiendo los flujos de población hacia zonas limítrofes de selva o desierto, habitadas por poblaciones indígenas. En países como Colombia la migración hacia la selva y las fronteras limítrofes ha sido constante por los campesinos empobrecidos en las crisis de regulación capitalista y por los fenómenos ligados a la violencia política.

El continuo desarrollo de actividades extractivas y productivas asociadas al comercio internacional expuso a las comunidades indígenas a los valores y prácticas mercantiles, proporcionando los conocimientos necesarios para fomentar una industria propia basada en la elaboración artesanal principalmente. Las actividades extractivas de los recursos naturales durante este período están asociadas a un uso intensivo de la mano de obra, lo que sirvió de atractivo a algunos indígenas para realizar un trabajo asalariado, pero cuando se producían períodos de una gran demanda de mano de obra, las grandes empresas y algunas autoridades locales se aliaron (con la entrega de armas y de bienes manufacturados) con los líderes indígenas de los pueblos mejor situados para "capturar" mano de obra barata indígena que trabajara en las explotaciones. (Pineda Camacho, 1985; Gow 1.991).

Por otra parte el resultado de una pérdida de la autonomía política supuso una quiebra del modelo surgido después del encuentro colonial -y que normalmente aparece como tradicional- .En la década de 1960 irrumpen en su reemplazo nuevas organizaciones políticas, basadas comúnmente en modelos gremiales del tipo de federación o ligas, que normalmente tienen un carácter supralocal o étnico y que giran alrededor de organizaciones obreras y campesinas. (Smith, 1985).

II.3. LA TERCERA OLA: LA GLOBALIZACIÓN

Actualmente la mayoría de los pueblos indígenas están atravesando lo que se considera una tercera ola de cambios: el proceso de globalización. Muchos de ellos están viviendo un proceso de intensificación de los contactos a nivel de comunicaciones, de la gente y de los productos tanto materiales como simbólicos.

La transnacionalización de la economía, la política y la cultura no han escapado a la realidad de los pueblos indígenas.

Sin embargo esta nueva etapa, esta nueva ola de cambios no supone en manera alguna una ruptura con la anterior, sino que parafraseando a Lenin (1961) que consideraba al imperialismo como la fase superior del capitalismo, se podría afirmar que esta nueva etapa - la globalización- constituiría la más reciente (o tal vez una más de las etapas por venir) del proceso de expansión del capitalismo.

Los pueblos indígenas en su contexto están experimentando algunos de los efectos asociados a la globalización: la des-localización territorial y la transnacionalización en su identidad política. En la segunda ola, durante el proceso de una mayor identificación de las culturas indígenas con sus sociedades nacionales se produjo el acceso (aunque casi siempre muy limitado) de las sociedades indígenas a los servicios públicos de sus respectivos Estados. Procesos educativos y de salud pública han logrado disminuir la mortalidad infantil y en algunas comunidades indígenas aumentar las expectativas de vida.

En la época de la globalización se han sedimentado las organizaciones indígenas socio-políticas que germinaron durante los contactos de la expansión capitalista de la segunda ola.

Una constante en las reivindicaciones indígenas ha sido la tierra. Esta reivindicación permanente ha logrado poner cierto freno a los antiguos atropellos y desalojos logrando en algunos casos la concesión de resguardos que obligan al reconocimiento por parte de los respectivos Estados de las fronteras de los antiguos territorios étnicos. Este ha sido el caso de los "Tukano del Vaupés a quienes en la década de 1980 el gobierno Colombiano les concedió un resguardo de 3 millones de hectáreas y de los Yanomani a quienes en 1988 el gobierno Brasileño reconocio un territorio de posesión permanente de 8.216.925 hectáreas y de los Huaroni a quienes en 1.990 el Estado ecuatoriano les otorgó 612.560 hectáreas" (Santos Granero 1996:126) .

Un aspecto de la globalización ha sido como las organizaciones indígenas contemporáneas lograron cortar los lazos de dependencia que las unían a sus antiguos mentores (misioneros, funcionarios, antropólogos) y establecieron relaciones directas con las ONG´s representantes del primer mundo. Esta internacionalización un tanto "sui generis" de las culturas indígenas se hace patente con una cada vez mayor presencia en los foros internacionales y una destacada presencia en los medios de comunicación tanto nacionales como internacionales. Algunos aspectos de la legitimidad del poder político de la comunidad indígena ha sufrido un proceso de transformación y ha sido cuestionado. Tal vez ello se deba a un cambio producido por la aparición de agentes foráneos (ONG´s y colaboradores externos) que han permitido a los líderes indígenas expandir sus escenarios de lucha pero a costa de perder el contacto cotidiano con sus bases que es la fuente de la autoridad.

A nivel de los propios actores indígenas, la globalización y la transnacionalización han fomentado dos tendencias ideológicas opuestas. La tendencia al cambio está representada por la occidentalización y la modernización que se opone a la tendencia del fortalecimiento de la cultura propia. Pero aunque sean contradictorias, en la mayoría de los casos no existe una percepción conflictiva. Hasta ahora el camino seguido por la mayoría de las organizaciones indígenas parece encontrarse en la búsqueda de salvar los mejor de ambos mundos.

La transformación cultural experimentada por las comunidades indígenas, ha hecho que se cambien y recompongan muchos de los elementos necesarios para establecer una identidad. En algunos casos los cambios vienen auspiciados por los agentes de la globalización (las compañías transnacionales) sobre los que los indígenas tienen poco o ningún control. Por otra parte, se han ideado condiciones estratégicas de tipo político en las que juega un papel determinante el reconocimiento del indígena por sus conciudadanos no indígenas. Para ello se han ensalzado todos los elementos valorados de su cultura, haciendo un ocultamiento de las prácticas que se hayan podido considerar como bárbaras, aunque se hayan realizado en el pasado, tales como el infanticidio, la cliterectomía o el trabajo esclavo.

Los términos de indio, indígena o nativo -antes cargados de connotaciones peyorativas- han sido redimidos por la mayoría de las asociaciones indígenas quienes lo utilizan en sus negociaciones con los respectivos Estados. Pero estas lealtades indígenas manifiestan sus contradicciones. Así ocurrió durante el reciente conflicto fronterizo entre Ecuador y Perú en 1.995 con los pueblos jíbaro-hablantes de ambos lados de la frontera, que optaron por dejar aun lado sus sentimientos de solidaridad derivados de su común identidad como jíbaros, para ponerse al servicio de sus respectivas lealtades nacionales, participando de una manera más o menos entusiasta en el apoyo de sus respectivos ejércitos nacionales. (Santos Granero, 1996: 42).

La globalización ha traído un arma importante para el desarrollo de la identidad étnica y de su reconocimiento a través de los medios de comunicación. De hecho parece ser que en Latinoamérica los pueblos indígenas que han obtenido un mayor éxito en el proceso de acumulación económica, un mayor reconocimiento en sus decisiones políticas y que han ganado espacios para la revitalización de su cultura son aquellos que precisamente han transnacional izado su identidad cultural como parte de las mercancías comercializables, aprovechando con ello las ventajas que ofrece la movilidad de los mercados en un mundo globalizado. Y este parece ser el caso, entre otros pueblos indígenas, de los Otavalos en el Ecuador, de los Kuna en Panamá, y de los Wayúu en la península de La Guajira

Madrid, 15 de Septiembre de 1997

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Tomado de: http://www.ucm.es/info/cecal/encuentr/areas/antropol/4a/llaneza

1 Ponencia presentada en el Grupo de Trabajo No. 4 “Respuestas de los Pueblos Amerindios a las Políticas de Globalización” del Área de Antropología del VI Encuentro de Latinoamericanistas Españoles, realizado en Madrid (España), entre el 29 y 30 de septiembre y el 1 de octubre de 1997, en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Ver: http://www.ucm.es/info/cecal/encuentr/areas/antropol/4a/llaneza


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